dimecres, 10 d’octubre del 2012

Paco Martí: La dignificación del límite urbano.

Paco Martí: La dignificación del límite urbano.:

Mientras en los EE.UU. se está dando actualmente un renacer del paisaje como tema fotográfico y en algunos casos se habla de "New Landscape Photography", parece que por nuestras latitudes hay cierto recelo por el tema si este es el elemento central de un proyecto. Personalmente, ya desde hace algún tiempo estoy trabajando sobre el paisaje  (relacionándolo con la historia), similar de algún modo a lo que han hecho Bleda y Rosa en su día. Descubrir (conocer), por tanto, el trabajo de Paco Martí ha supuesto una gran alegría, sobre todo cuando es una obra de la calidad de la de Paco. 




Elegir cualquiera de las imágenes de los trabajos de Paco es una elección segura porque sus   imágenes funcionan perfectamente por separado y es que en este mundo fotográfico moderno nos han enseñado que fuera de la serie no hay nada. Sirvan estas imágenes de ejemplo. En ellas toma el entorno de nuestras ciudades, el limite urbano, y a pesar de las barbaridades que se han efectuado en los últimos años durante el boom inmobiliario, Paco parece querer dotar a estos espacios poco definidos y sin alma de la profundidad y la importancia que deberían requerir. Podríamos decir que Paco quiere dignificar estos lugares a través de su sensible ojo fotográfico.




Composiciones sencillas (muy sencillas) pero perfectas, magistral utilización de la luz, una paleta amable de colores hacen que imágenes que deberían ser de notable fealdad  en base a los lugares donde han sido tomadas (generalmente en limites urbanos) se conviertan en casi bucólicas (si bucólico que puede ser un parking de unos grandes almacenes, la portería de un campo de fútbol en proceso de integración natural con el paisaje circundante o un cruce de caminos en medio de la nada).




Por la querencia (quizás natural) que profeso por la fotografía de paisaje (en todas sus posibles variantes) espero que  en breve podamos hablar de un "nuevo paisaje ibérico" (mi deseo es que no sea únicamente algo referido a la fotografía).







"Bind Kind", de Johan van der Keuken (1964). Una mirada sobre la ceguesa

"Bind Kind", de Johan van der Keuken (1964). Una mirada sobre la ceguesa:

Una nova aportació al coneixement de l’obra de Johan van der Keuken. Aquest documental es diu “Blind Kind”, és del 1964 i va fer una mena de segona part dos anys després. És un seguit de retrats de nens cecs. Una gran reflexió –quina paradoxa, no?– sobre la mirada.  Em sap greu, però no sé com s’insereixen els subtítols. Si algú m'ho explica li agrairé. De totes formes, creieu-me que són del tot prescindibles a partir dels pocs minuts de metratge. Les imatges són eloqüents i belles en si mateixes. L'entrada l'he titular "Una mirada sobre la ceguesa". Espero que s'entengui el joc de paraules.



Jesús Monterde: Nemini Parco

Jesús Monterde: Nemini Parco:

Hay creyentes, agnósticos y ateos con respecto a las divinidades, pero nadie duda de la existencia de la Muerte, una certeza que se asienta en el temor a que se abra la puerta que todos hemos de cruzar algún día. Desde la lejanía, todos hemos oído alguna vez a Cerbero en algún lugar del alma, dispuesto a hacer temblar el ánimo con uno sólo de sus ladridos.


Las Danzas de la Muerte medievales, así como la mentalidad barroca, recordaban que la Parca no distingue entre clases sociales. La Emperatriz del abismo a todos doblega, y ante todos se inclinan los cuellos. Pero, desde el nacimiento, buscamos una chispa de esperanza en la oscuridad de la ignorancia para que ese temor ensombrezca mínimamente la llama de la vida, armando al corazón con rituales más o menos complejos, aprendidos de la sociedad que nos ha dado el ser y que será la misma que nos devolverá al polvo, desde las oraciones que nuestra madre nos enseñó de niños a las grandes movilizaciones colectivas que refuerzan el ánimo. Para que, cuando la eterna Segadora susurre nuestro nombre, y se excuse diciendo que “Nemini Parco” (“A Nadie Perdono”), encontremos recodos de dignidad ante el dedo que a todos nos ha de señalar.

Este trabajo no pretende ser un canto a la muerte, sino a la vida. A esa lucha esperanzada que todos sostenemos para no olvidarnos de recoger las rosas en este día que, por mucho que dure, también tendrá un sol que se ponga para él.

Alfonso Boix Jovaní





La primera vez que vi el trabajo de Jesús Monterde no pude evitar la pregunta: ¿Pero esto que coño es?

Y es evidente que nos lo debemos preguntar porque se trata de un trabajo difícilmente encasillable, que nos sorprende no solo por la temática sino por la ejecución. Lo primero que me viene a la mente es un Cristóbal Hara mucho más amable que Monterde, que aunque indaga en las mismas costumbres en torno a la muerte en un entorno netamente hispano, lo hace, si se me permite la expresión, de un modo mucho más sucio y más directo. No hace como Hara que no encuadra donde está la acción sino que sugiere con los bordes, Monterde es más directo. Fotografía lo que quiere contar, en muchos casos con flash, y de frente, sin la complejidad compositiva que nos muestra Hara, sin subterfugios, como una bofetada.




Su trabajo es incomodo, no son escenas agradables que seduzcan nada más verlas pero a poco que nos interese la fotografía nos hará dar vueltas constantemente a estas imágenes preguntándonos que hay tras de ellas, que es lo que sucede en ellas. A nivel personal es lo que me marca la diferencia cuando me encuentro con fotografía como la de Monterde,  Fotografía con mayúsculas.




Emporio universal de conocimientos benévolos / El lenguaje de la naturaleza* - Antonio Pomet

Emporio universal de conocimientos benévolos / El lenguaje de la naturaleza* - Antonio Pomet:
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No hay clasificación del universo que no sea arbitraria y conjetural. La razón es muy simple: no sabemos qué cosa es el universo.

Jorge Luis Borges


En el siglo veinte, a mediados de los sesenta, Michel Foucault escribió Las palabras y las cosas, una suerte de arqueología que intentaba encontrar el campo epistemológico en el que el conocimiento pudiera mostrar sus condiciones de posibilidad. El punto de partida, la chispa que enciende esa voluntad arqueológica, lo encuentra el filósofo francés en un texto de Borges que le causa al mismo tiempo risa e incomodidad, un estupor que Foucault explica por la propia imposibilidad del texto de ser pensado. En el relato, Borges habla de una enciclopedia china donde está escrito que los animales se dividen en:

a) pertenecientes al emperador, b) embalsamados, c) amaestrados, d) lechones, e) sirenas, f) fabulosos, g) perros sueltos, h) incluidos en esta clasificación, i) que se agitan como locos, j) innumerables, k) dibujados con un pincel finísimo de pelo de camello, l) etcétera, m) que acaban de romper el jarrón, n) que de lejos parecen moscas.
Han pasado casi cincuenta años desde que Foucault citara este fragmento, y aún más desde que Borges lo escribiera, pero lo que produce más sorpresa al leerlo hoy es que parece contemporáneo. De hecho, podría servir de ejemplo para ilustrar en qué consiste la posmodernidad, o para indicar hacia dónde nos dirigimos los que estamos embarcados en ella. Por un lado, es en sí mismo una clasificación, y por otro, una descontextualización de lo clasificado. El texto de Borges es una esquizofrenia, en tanto que traición sistematizada del sistema en que se formula. Podría entenderse como un cortocircuito, como una señal de disfunción de la maquinaria formal que creó Platón y ajustó Hegel para hacer de la realidad algo inteligible.

A mediados de los sesenta Foucault aún se consideraba estructuralista, pero pronto volvería la mirada sobre la dispersión estructural del lenguaje, un monstruo que ya estaba obligando a algunos colegas suyos a desechar el signo lingüístico de Saussure al cubo de reciclaje. Hjelmslev subdivide el significante y el significado en unidades más pequeñas y, a partir de aquí, el postestructuralismo empezará a subvertir las identidades discursivas por la imposibilidad lógica de constituir un sistema cerrado.

Roland Barthes llega a la noción de un texto plural, cuyos significantes no pueden unirse permanentemente a significados particulares.

Jacques Lacan señala la imposibilidad de fijar el significado a través de una correlación estricta entre significante y significado al describir un deslizamiento permanente del primero bajo el segundo.

Deleuze anuncia que la unidad real mínima no es la palabra, ni la idea o el concepto, ni tampoco el significante, sino el agenciamiento. A partir de aquí creará su visión de un pensamiento basado en el rizoma, donde se dan conexiones y proyecciones de multiplicidades que no constituyen verdaderamente un sistema, ni tienen una configuración lógica ni un centro estructural.

Será Deluze, junto con Derrida, quien más aliento dará a un relativismo que desembocará en una visión nihilista de la cultura de occidente. Con su teoría de la deconstrucción, Jacques Derrida defiende que los conceptos se han construido a partir de procesos históricos y acumulaciones metafóricas, y que ninguna estructura de significación puede encontrar en sí misma el principio de su propia clausura. Aunque Derrida habla de una simple estrategia de lectura que no pone en duda las condiciones de posibilidad del conocimiento (sino las de los sistemas conceptuales filosóficos), para muchos de sus seguidores Derrida nos muestra por primera vez el abismo: nos hallamos ante la primera muestra de la incapacidad del hombre para pensar o para verse contenido en una noción de historia. Partiendo de su teoría de la biografía, por ejemplo, podemos asegurar que un hombre que haya leído sólo la fecha de nacimiento de Picasso sabe más sobre Picasso que otro que haya leído tres biografías sobre el pintor. La explicación a esta paradoja la encontramos en la imposibilidad del hombre de nombrar con el lenguaje nada objetivo. La escritura es una inscripción y como tal presupone una selección, y por tanto, una exclusión. Toda inscripción es, pues, subjetiva y está sujeta a la parcialidad del que la perpetra, de modo que cualquier texto que aborde cualquier materia no puede considerarse otra cosa que una interpretación. Lo mismo ocurre con la lectura. La lectura de un texto es una reescritura del mismo, otra interpretación de la interpretación sugerida por el que lo ha escrito. Por tanto, el lector de las tres biografías no ha hecho otra cosa que leer sobre los autores que las firman, y sobre sí mismo, y en ese proceso se ha ido alejando de Picasso muchísimo más que el que ha leído únicamente la fecha en que nació.

¿No supone esto aceptar que el lenguaje no es la herramienta que pensábamos que era?

No es difícil verse atraído hoy en día por esta visión relativista del lenguaje, sobre todo teniendo en cuenta el paralelismo que guarda con las tesis indeterministas científicas surgidas a lo largo del siglo XX. Lo que nos rodea, la sobre información desbordada e inútil se asemeja demasiado a la cota de caos que se alcanza en un punto de una ecuación sobre crecimiento exponencial de población. La realidad empieza a parecerse demasiado a infinitas clasificaciones de múltiples enciclopedias chinas. Estos últimos años estamos empezando a comprobar por nosotros mismos que de nada nos sirve nuestra historia, o nuestra política, o nuestras palabras en última instancia, para avanzar.

Si los significados han dejado de ser el correlato mental de los significantes, si nada puede ser nombrado realmente, entonces, ¿cómo escribir? ¿cómo hacer frente a la invitación de la Diputación de Granada para crear un discurso que dé sentido a las obras de unos alumnos de Bellas Artes? Parece del todo imposible que, asumiendo esta visión castrante del lenguaje, se pueda dar sentido a nada con la escritura. O un sentido platónico, esencialista, objetivista, que es lo que comúnmente entendemos por sentido.

Cuando el coordinador de la exposición me dio las fotografías de las obras, me envió también un correo en el que decía que las piezas se dividían en tres tipos:

a) las que elaboraban algún tipo de abstracción geométrica, b) las que ensayaban figuraciones animales, incluyendo ahí algún paisaje en tanto su entorno „natural‰, c) las que tratan la identidad de género.

Inmediatamente recordé la clasificación de la enciclopedia china y pensé que la que había hecho el coordinador era una de las infinitas clasificaciones que podían hacerse de los trabajos. Y que yo podría muy bien ofrecer otra y plantear que las obras de la exposición se dividían en:

a) abstractas, b) que diseccionan machos cabríos, c) azules, d) mutables, e) recortadas, f) donde hermosas mujeres bailan, g) unidas a una pared con cuerdas, h) que de lejos parecen yunques, i) trinchadas, j) que se agitan como locas, k) basquiatianas, l) etcétera, m) que han estado cerca de un jarrón, n) mondrianizadas.

O en:

a) dibujadas, b) herrumbrosas, c) sorprendentes d) neopuntillistas, e) silenciosas, f) grandes, g) pegadas a un muro, h) que de lejos parecen pájaros, i) expresionistas, j) asimismo, k) encontramos, l) obras, m) fuera, n) de, ñ) esta, o) clasificación, p) presentadas con manifiesto.

O quizá en:

a) coloristas, b) hilvanadas, c) deshilachadas, d) marrones, e) de estructura variable, f) travestidas, g) dejadas a merced del tiempo, h) que de lejos parecen mapas, i) comestibles, j) encriptadas, k) realizadas bajo influencia de sustancias de diferente naturaleza, l) sic, m) sac, n) suck.

O puede que en:

a) albatros, b) síncope, c) afianzar la seguridad vial, d) voluta, e) finisecular, f) brote temprano, g) unidas a Rumenigue con papel maché, h) solsticio, i) solstzitzio, j) solssstzzistiizio, k) sslsszzio, l) sssssllllssszzzzi, m) slzs, n) z.

Si asumimos la ruptura relacional entre el significante y el significado, si digerimos este fracaso de las palabras para nombrar el mundo, puede que debamos volver a las cosas mismas para comprender el mundo. Si el lenguaje ha naufragado, si nuestro intento de encerrar las cosas en un código inmóvil y determinista es una quimera, deberíamos volver a los orígenes, al momento antes de producirse ese intento del hombre de conferirle a las cosas nombres que no le pertenecen, o que no lo hacen unívocamente, ni por tiempo indefinido. Ese instante, aún silencioso, en el que la relación de los hombres con los objetos de la naturaleza se limitaba a la más pura contemplación.

Una exposición artística es siempre un recordatorio ancestral de ese origen mudo del hombre. El arte plástico es la vindicación de un alfabeto anterior al de la palabra, un alfabeto constituido por el mundo mismo. Sus letras son objetos. En una exposición no encontramos el mundo cifrado en un código, sino el mundo como código en sí, que se descontextualiza y se interpreta, pero sin sufrir las infinitas capas de interpretación de otro código que viene de fuera y se le impone como propio.

De modo que lo más adecuado sería concluir que las obras de la exposición se dividen en:

Quizá tengamos que situarnos de nuevo ahí, en ese momento sin lenguaje, para volver a dar forma a otro lenguaje, o no, pero en cualquier caso, sí para encontrar esa relación de sentido entre el hombre y lo que le rodea.

O lo que es lo mismo, ir a la exposición. Y callarnos de una vez por todas.



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* "Emporio universal de conocimientos benévolos" (texto para el catálogo de la exposición de alumnos de BBAA realizada en la Sala Alta del Palacio de los Condes de Gabia de Granada (Diputación de Granada, octubre, 2012)

[La imagen que acompaña a este texto no corresponde a la exposición, pertenece al artista James Ensor.]

dilluns, 23 de maig del 2011

15M

Belén Gopegui
Rebelión
La historia se va sabiendo, es pequeña y es signficativa pero mucho más por su final que por su desencadenante. Alguien arrancó el jueves de cuajo una pancarta que decía "La revolución será feminista o no será". Es la única pancarta que se ha arrancado y el problema mayor fue que mientras el individuo se golpeaba el pecho a lo King Kong, un grupo grande de gente le aplaudió y abucheó a las mujeres. Cuando bajaron del andamio había debajo un grupo que insultó a quienes habían subido la pancarta.
La historia importa porque revela que Sol no es magia ni una ilusión pasajera sino un lugar hecho con nuestras vidas patriarcales y capitalistas que quieren vivir. La historia importa porque la reacción de la carpa feminista fue convocar un taller de feminismo para principiantes a donde asistieron muchas personas. Y allí se preguntó a quienes asistíamos qué entendíamos por feminismo. Y se dijo que era comprensible, lo cual no quiere decir justificable, que haya reacciones de miedo y prepotencia por parte de quienes han interiorizado sus privilegios machistas como si fueran naturales y ven que se ponen en cuestión. Fue un momento, uno más, de inteligencia colectiva en marcha.
Alguien contó cómo el feminismo no se oponía a ninguna libertad sino a la explotación y no de "la mujer" sino de las mujeres, de cada una de las mujeres. Dijo: lo contrario del machismo no es el feminismo sino el hembrismo, es decir, una supuesta ideología, inexistente que sepamos, en donde se reivindicaría la supremacía del sexo fememino. Entonces alguien que parecía de sexo masculino, pero qué saben las apariencias, preguntó: ¿si el hembrismo es lo contrario del machismo, qué es lo contrario del feminismo? De nuevo la inteligencia colectiva, la que no aparece en los debates de los grandes medios polarizados y tantas veces ridículos, respondió sin dejarse llevar por lo preestablecido, sin entrar al trapo, como les gusta a esos tertulianos hoy envejecidos de golpe y puestos por completo en evidencia. Esa inteligencia respondió con ganas de ampliar el conocimiento y la experiencia, y agradeciendo la pregunta por lo que tenía de reveladora: contó que no es necesario encontrar siempre contrarios, simetrías, hombre/mujer, etcétera, que el término hembrismo es sólo una forma de explicar, de hacer ver a quienes inevitablemente han vivido en una sociedad que ha demonizado el feminismo y lo atacan muchas veces sin saber por qué.
El taller continuó con intervenciones preciosas, mientras una mujer hablaba, otra mujer explicaba a veces con su cuerpo lo que la primera decía, cómo se ocupa el espacio público por un género y por otro, cómo nos sentamos en el metro, y había risa y cercanía entre todos los hombres y las mujeres que estaban en el taller. Una mujer mayor -de nuevo recordamos que Sol es intergeneracional aunque el impulso más grande y vital proceda de los hombres y mujeres jóvenes, son hombres y mujeres que argumentan, que escuchan, que acogen la experiencia de quien quiere darla- contó la historia del feminismo en cuatro trazos maestros, habló de Olympe de Gouges quien escribió la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana en la Revolucón Francesa y entonces no fue comprendida. Ahora sabemos que esto no va a pasar, porque la historia no ocurre en vano, y porque Sol será feminista como será anticolonialista, como estará con las libertades de todos los oprimidos y las oprimidas, y no nos importará gastar a veces adjetivos -que no se acaban- para ayudar a la gramática a mostrar el rostro no de un oprimido abstracto sino de hombres y mujeres que no pueden despertar porque alguien se lo impide, y costará encontrar el camino, y habrá retrocesos y disensiones, y el que una pancarta se eche abajo por quienes han estado sometidos a una educación machista será un palanca, una forma de recordar que el camino es largo y vale la pena y hay que seguir aprendiendo. El taller continuó, se llegó a la teoría queer, la identidad sexual es el resultado de una construcción y seremos libres para construirla del modo mejor para cada persona con la única salvedad de que esa identidad no se apoye en explotar a otras ni a otros. Tuve que salir antes de que el taller acabase y me quedé pensando que Sol es también un movimiento queer, porque ha recogido aquello que se le arrojaba como insulto y lo ha transformado, convirtiéndolo en un gran comienzo.

dijous, 6 de maig del 2010

Sobre la paulatina elaboración del pensamiento a medida que se habla

Sobre la paulatina elaboración del pensamiento a medida que se habla

Querido y discreto amigo: cuando quieras saber algo, y no seas capaz de averiguarlo meditando en solitario, te aconsejo que hables de ello con el primer conocido con el que te tropieces. No necesita éste disponer de una cabeza privilegiada, ni lo que te propongo es que lo interrogues acerca de tu problema: por el contrario, debes responderle tú mismo. Ya te veo enarcar las cejas asombrado y replicar que antaño se te aconsejó hablar sólo sobre aquello que comprendieses bien. Pero en el pasado hablabas seguramente con la petulancia de querer instruir a los otros; y yo deseo que hables con la juiciosa intención de instruirte a ti mismo. De suerte que ambas reglas de prudencia, distintas para diferentes casos, tal vez ahora resulten ser compatibles sin dificultad. Dicen los franceses que l'appétit vient en mangeant; un principio basado en la experiencia que sigue siendo verdadero cuando aparece reformulado paródicamente como l'idée vient en parlant. A menudo, inclinado en mi escritorio sobre unos documentos, intento encontrar el punto de vista desde el cual enjuiciar correctamente un pleito enredado. Entonces, ocupado como está mi fuero interno en su empeño por aclararse, suelo mirar hacia la luz, hacia el punto de mayor claridad. O busco, cuando se me propone un problema algebraico, la ecuación inicial que articula los datos del problema, y de la que se deducirá la solución mediante un sencillo cálculo. Pues mira: cuando hablo acerca de ello con mi hermana, que trabaja sentada detrás de mí, averiguo lo que quizá no hubiera podido aclarar tras horas enteras de cavilación. No es que ella me lo diga en el sentido propio de la palabra, ya que no conoce el Código legal, ni ha estudiado los tratados matemáticos de Euler o de Kõstner. Tampoco es que ella me guíe con preguntas sagaces hasta el meollo del asunto; aunque esto último también ocurre a menudo.

Tengo de antemano alguna oscura noción, vinculada lejanamente con lo que busco. Y si con osadía la tomo como punto de partida, el entendimiento, a medida que progresa el discurso, forzado a hallar un final para ese comienzo, troquela la confusa noción inicial hasta conferirle plena nitidez, de forma que el conocimiento para asombro mío ya está listo al acabar el periodo oratorio. Intercalo sonidos inarticulados, alargo las locuciones conjuntivas, utilizo también tal o cual aposición que en realidad no es necesaria y me valgo de otros artificios que dilatan el discurso con objeto de ganar el tiempo necesario para la forja de mi idea en el taller de la razón. En esos momentos, nada me ayuda más que un gesto de mi hermana, como si quisiera interrumpirme. Pues a mi entendimiento, ya de por sí en tensión, lo acicatea todavía más el intento de arrebatarle desde fuera el discurso en posesión del cual se halla; y semejante a un gran general cuando se ve en un atolladero, hace dar a sus facultades lo mejor de sí mismas.

En este sentido, entiendo el provecho que podía resultarle a Molière de su criada; pues el asignar a la moza como él pretende , un juicio crítico capaz de corregir el suyo propio, revelaría una modestia de cuya presencia en aquel pecho de poeta desconfío. Para el que habla, existe una peculiar fuente de entusiasmo en el rostro humano de un interlocutor; y una mirada que expresa la comprensión de un pensamiento formulado sólo a medias nos regala a menudo la formulación de la otra mitad. Tengo para mí que más de un gran orador, al abrir la boca, aún no sabía bien lo que iba a decir. Pero la convicción de que las circunstancias por sí mismas, y la excitación de su entendimiento resultante de ellas, producirían la necesaria copia de los pensamientos, le confería el atrevimiento necesario para arrancar de cualquier modo. Un discurso semejante es, en verdad, un pensamiento en voz alta. La sucesión de ideas y de sus designaciones progresa paralelamente, y los actos del entendimiento para las unas y las otras son congruentes. El lenguaje no constituye entonces traba alguna, no supone un calzo que inmoviliza la rueda del espíritu, sino que es como una segunda rueda fija en el eje de aquélla y rodando al unísono. Muy otra cosa sucede cuando la mente tiene el pensamiento listo ya antes de la alocución. Pues entonces ha de limitarse a su mera expresión, y esta tarea, más que estimularlo, no tiene otro efecto que el de distenderlo. Por tanto, cuando una idea es expresada profusamente, no se sigue de ello en absoluto que también haya sido pensada confusamente; antes bien podría darse el caso de que las expresadas más confusamente sean precisamente las pensadas con mayor claridad. A menudo, en una reunión en la que gracias a la conversación animada las ideas están fecundando continuamente los entendimientos, vemos cómo personas que por lo general se muestran retraídas, pues no se sienten dueñas del lenguaje, de sopetón se enardecen con un movimiento espasmódico y apoderándose del lenguaje dan a luz algo incomprensible. Sí; se diría que, una vez han captado la atención de todos, con un gesto tímido dan a entender que ellos mismos ya no saben a ciencia cierta lo que han querido manifestar. Probablemente esas personas han pensado con toda claridad algo muy acertado. Pero el súbito cambio de actividad, la transición del pensamiento a la expresión, reprimió la excitación del espíritu que resulta indispensable tanto para la conservación del pensamiento como para su generación. En tales casos es por completo imprescindible tener el lenguaje con facilidad a punto de poder emitir en sucesión tan rápida como sea posible lo pensado simultáneamente. Y en general cualquiera que hable más rápido que su oponente, supuesto que ambos se produzcan con igual claridad, tendrá una ventaja sobre él, pues en el mismo tiempo pone en combate más tropas que él.

La necesidad de una cierta excitación del entendimiento, incluso para engendrar de nuevo ideas ya tenidas con anterioridad, se hace patente cuando se somete a examen a cabezas esclarecidas y con instrucción, y sin ningún preámbulo se le plantean preguntas como la siguiente: ¿qué es el Estado? O bien, ¿qué es la propiedad?, u otras semejantes. Si estos jóvenes se hubiesen hallado en una reunión en donde ya se hubiera discutido sobre el Estado o sobre la propiedad durante cierto tiempo, acaso habrían dado fácilmente con la definición procediendo mediante comparación, aislamiento y combinación de conceptos. Pero aquí, donde falta por completo esa preparación del entendimiento, los vemos atascarse, y sólo un examinador incompetente concluirá de ello que no saben. Pues no es que nosotros sepamos, sino que más bien un cierto estado nuestro sabe. Sólo las mentes adocenadas, la gente que ayer aprendió de memoria lo que es el Estado y mañana ya lo habrá olvidado nuevamente, tendrán aquí la respuesta a mano. Acaso no haya ocasión peor para mostrar las buenas cualidades que un examen público precisamente. Aun sin tener en cuenta que es ya de por sí enojoso y hiere la sensibilidad e incita a mostrarse testarudo el que uno de esos eruditos negociantes nos examine los conocimientos (para comprarnos o rechazarnos según sean cinco o seis), es tan difícil tañer el entendimiento humano y lograr arrancarle su melodía personal, se desafina tan fácilmente en manos torpes, que incluso el más consumado conocedor de la persona, ducho hasta la maestría en el delicado arte de parir los pensamientos según Kant lo caracteriza , podría aquí cometer desaguisados a causa del desconocimiento de su recién nacido. Además, en la mayoría de los casos, lo que les hace lograr una buena calificación a tales jóvenes incluso a los más ignorantes es la circunstancia de que también los mismos examinadores, cuando el examen se realiza en público, tienen demasiado turbado su entendimiento como para poder juzgar con imparcialidad.

Pues no sólo son conscientes, a menudo, del impudor de todo este procedimiento exigir a alguien que vacíe su bolsa delante de nosotros nos avergonzaría, y más aún habría de suceder con su alma , sino que su propio intelecto ha de someterse a una peligrosa inspección en ese momento, y pueden dar gracias a Dios cuando ellos mismos logran salir del examen sin mostrar sus puntos flacos, de forma acaso más ignominiosa que la del jovenzuelo recién salido de la universidad a quien examinaban.

Heinrich von Kleist

diumenge, 12 de juliol del 2009

VIRILIO

Igual que el terror incontrolable, el pánico es irracional, y su carácter tan a menudo colectivo revela claramente su propensión a
devenir, tarde o temprano, un hecho social total.

En este inicio del nuevo milenio, donde el desempeño de la comunicación instantánea suplanta la sustancia de la obra, de todas
las obras –pictóricas, teatrales, musicales–, donde la analogía desaparece ante las proezas de la digitalización, el Gran Pánico es el de
un arte contemporáneo del desastre de las representaciones, de las malformaciones de una percepción telescópica donde la imagen
instrumental caza, una tras otra, nuestras últimas imágenes mentales.

Paul Virilio

dilluns, 25 de maig del 2009

ratgeb

The history of our times calls to mind those Walt Disney characters who rush madly over the edge of a cliff without seeing it, so that the power of their imagination keeps them suspended in mid-air; but as soon as they look down and see where they are, they fall.